martes, 15 de diciembre de 2009

LA INFANCIA EN BLANCO Y NEGRO


“Las personas grandes nunca comprenden nada por si solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.”
“el principito” Antoine de Saint- Exupéry


La infancia, bella época de dulces y raspaduras, de alegrías y regaños. Hernando Téllez en su texto, “Bagatela sobre la infancia” presenta el olvido del adulto frente al niño; el deformado adolescente y las dificultades de la infancia.
El olvido de aquella época hace replantear si los niños son felices durante este lapso, o si es en verdad se califica como felicidad. Hay momentos crueles en el pensamiento de todos y en la cabeza de cada niño, la cual es vista por el adulto como una falta de “¿madurez?”. Pienso que la figura adulta que perciben los niños cuando interactúan con el medio, se recrea en esa crueldad implícita de sus ademanes, de sus comentarios y que tanto en el núcleo familiar como todos los lugares que frecuenta son reflejo de lo que les afecta.
Siendo el alma infantil muy difícil de controlar, entender y moldear, el punto de vista del niño es complicado para los adultos, pues ellos se encuentran en un estado de confusión de los elementos que divagan en la realidad de cada cual. El mundo de los niños es como el de los dibujos animados donde se pierden por momentos infinitos, un mundo más al limite de lo onírico que del caos que a diario nos preocupamos.
Este periodo de la vida humana en que los adultos sólo ven lo que ellos quieren ver y no aceptaran que, aunque con más claridad puede ver un niño el problema, no lo aceptará y lo dejará a un lado, llegando de nuevo al problema de comunicación.

Sin duda, Téllez basa la sinceridad de la infancia como algo integral que se debe cuidar con cautela, moldear al niño con una “temperatura continua” así como el cristal, el niño es frágil como el cristal, pero puede llegar a ser hermoso si la flama del fuego es adecuada.
Recordar melancólicamente sucesos de la infancia como la disputa que tenia con mi madre todos los días por no comer sopa, termino tristemente en vencerme. Era una niña que perdió muchas peleas y que no recuerdo ahora si era feliz o no.
En todo caso, el secreto de la infancia seguirá siendo eso, pues tendría que preguntarme que clase de niña era, hacerme un análisis para identificar tal vez si los condimentos esenciales para la infancia sean “alegría y dolor” como lo eran para Hernando Téllez.

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